viernes, 20 de agosto de 2010

he, only he.


Decir que te necesito es poco pero saber que
eres mi fruta prohibida es algo cohibido.
No poder besarte es mi mayor tentación,
Tus abrazos son como mi luz en la oscuridad,
Aunque saber que tus pensamientos
Los roba otra persona me mata de angustia.

El tiempo pasa y todo esto es más grande,
lo sabes pero a veces parece que no te importa.
Se que no te merezco y que todo esto parece estúpido
pero sabes que es lo que siento, y al no
poder evitarlo lo escribo con leves palabras
de escaso vocabulario.

Porque un Te quiero, no significa nada para ti.


miércoles, 18 de agosto de 2010

Cronómetros.


-Tic, tac, tic, tac...
El reloj se situaba encima del piano. Sentada en el banquillo de este, esperaba a que el tiempo pasase. El gato dormía su siesta, cerca de la vieja chimenea, aquella sin limpiar desde las pasadas navidades. Nada le importaba. El cuaderno de partituras estaba en blanco. De nuevo, no conseguí componer nada con mucho que lo intentaba.

-Tic, tac, tic, tac, tic, tac...
El sonido de aquel viejo reloj penetraba en mi mente como un fuerte dolor de cabeza, pero era la única forma de controlar el tiempo. El cronómetro de mi impaciencia por que todo pase rápido y porque viniera a mi lado, pronto, aunque aún no sabía cuando llamaría a mi puerta.

Me levanté de aquel viejo sillón y comencé a dar vueltas por la estancia.
Ian había salido por la mañana temprano y ahora me encontraba sola de nuevo, en aquella enorme casa que a esas alturas podría decir que era propia & mía.

-Tic, tac, tic, tac, tic, tac, tic, tac...
Miré el reloj de nuevo. Sólo habían pasado dos minutos. Dos míseros minutos. Dieciséis horas desde que llovió ayer. Maldita mi suerte, cuando te fuiste de mi lado & ahora decidiste volver conmigo. La impaciencia me puede el alma.



martes, 17 de agosto de 2010

Diferencia.

Y calló la primera hoja, él miraba por la ventana mientras llovía. Hablaba en voz baja, marcando su aliento en el cristal sin percatarse. Acomodada en mi sillón viejo de cuero marrón chocolate, leía mi libro favorito, aquel de relatos fantásticos que siempre acostumbraba a leer cuando él estaba. Le miré de reojo, no sabía que decir. Sonreía de nuevo aunque de nuevo, yo no sabía la causa.

-Se acerca los vientos del invierno.¿No estás contenta? -me dirigió una leve mirada y volvió a observar al jardín húmedo por la lluvia.
- No me gusta el invierno, y lo sabes, prefiero el calor y lo sabes. Así todo es más...frío. -seguía atenta a mi lectura, sin moverme apenas.

Hubo un silencio, incomodo para él pero no para mi, al menos aún no lo era.

-Magui...-hablaba sin apenas mover los labios, empezando a tartamudear- Me...tengo que ir de aquí. -Fred tragó saliva y se dirigió a mí. Cerré mi libro de repente y me levanté del sillón.
-¿Que te vas?¿porqué?¿ahora?No, por favor.
-Los siento, muchísimo...pero no puedo seguir aquí.
-No, no te vayas. No se que te he echo pero prometo cambiarlo todo...-me calló con un beso en la frente, sonriendo entre susurros-
-No, no es por ti...son...cosas personales...Prometo volver,¿vale? -me abrazó-
-¿Cuando? -susurré, sin levantar la voz-
-Volveré en la primera lluvia de verano...aunque tardaré un día pero...volveré a verte...¿De acuerdo?

Asentí y nos abrazamos de nuevo. Hoy...llueve. Jared no correspondía a mis actos. Me revolcaba por el césped de alegría y ni yo misma me lo creí. Me mojé la ropa limpia y no daba credito a mis palabras. Por fin veré a Fred, mi Fred. Después de casi meses.