miércoles, 18 de agosto de 2010

Cronómetros.


-Tic, tac, tic, tac...
El reloj se situaba encima del piano. Sentada en el banquillo de este, esperaba a que el tiempo pasase. El gato dormía su siesta, cerca de la vieja chimenea, aquella sin limpiar desde las pasadas navidades. Nada le importaba. El cuaderno de partituras estaba en blanco. De nuevo, no conseguí componer nada con mucho que lo intentaba.

-Tic, tac, tic, tac, tic, tac...
El sonido de aquel viejo reloj penetraba en mi mente como un fuerte dolor de cabeza, pero era la única forma de controlar el tiempo. El cronómetro de mi impaciencia por que todo pase rápido y porque viniera a mi lado, pronto, aunque aún no sabía cuando llamaría a mi puerta.

Me levanté de aquel viejo sillón y comencé a dar vueltas por la estancia.
Ian había salido por la mañana temprano y ahora me encontraba sola de nuevo, en aquella enorme casa que a esas alturas podría decir que era propia & mía.

-Tic, tac, tic, tac, tic, tac, tic, tac...
Miré el reloj de nuevo. Sólo habían pasado dos minutos. Dos míseros minutos. Dieciséis horas desde que llovió ayer. Maldita mi suerte, cuando te fuiste de mi lado & ahora decidiste volver conmigo. La impaciencia me puede el alma.



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